El rol del padre ha dado un giro positivo en muchos aspectos. Por lo general, el papá de hoy tiene las mismas responsabilidades que la esposa en el hogar: están a la par en la crianza de los hijos, hace mercado, cocina, cambia pañales, ayuda en las tareas escolares, transporta a los chicos, etc. Esto se debe en parte, a la incursión de la mujer al campo laboral, lo cual le ha dado al padre la posibilidad y la obligación de asumir nuevas funciones dentro de la familia. Los grandes beneficiados de este cambio son los hijos por tener una relación más estrecha con sus padres, y por supuesto las esposas al trabajar en equipo con sus maridos.
Por eso, dadas las circunstancias de la vida moderna, los padres deben atender estos desafíos:
1. El manejo del tiempo
El equilibrio trabajo-familia es una de las mayores dificultades que presentan los padres. Muchos se quejan de la falta de tiempo para estar con sus hijos, pues en realidad es algo que anhelan. Frente a esa trampa, surge buen efecto tener siempre presente esta idea: “trabajamos por ellos y para ellos, no los perdamos en el camino”. De esta manera la prioridad vuelve a ser la familia y el sentido del trabajo cobra el lugar que es.
Adicional a ello, hay que aprovechar las pequeñas y cotidianas oportunidades – las cenas, el traslado al colegio o a casa, la hora de dormir, etc.- en son momentos de gran valor para establecer una comunicación más íntima entre papá e hijo/a. Es necesario además, que sea un tiempo de calidad, y esto sólo se logra con voluntad y dedicación. Por consiguiente, al llegar a casa hay que apagar el televisor, apartar los móviles y las tabletas, para poder aprovechar los pocos minutos que se tienen con los chicos antes de que se vayan a la cama.
2. El uso de los móviles y la tecnología
Este punto es una continuación del anterior, y es que si antes era el periódico el que capturaba la atención de los hombres, ¡hoy en día es su celular! Este es un gran desafío para ellos, puesto que muchas veces las esposas e hijos se pueden llegar a sentir “ignorados” por el mal manejo que ellos tienen de estos dispositivos. Así que atención papás: hay que conectarse con la familia, ¡nada es más importante que ella!
3. Ser padres y no amigos de los hijos
Algunos papás modernos quieren replantearse ciertos esquemas con los que fueron educados y a la hora de tener sus hijos, se proponen establecer una relación más estrecha con ellos, en especial con los hijos varones. Aunque la intención es maravillosa, no debe confundirse con el deseo de ser “amigos” de los hijos.
La psicóloga chilena Pilar Sordo explica al respecto: “No queremos verles la cara larga, que nos digan que somos anticuados, distintos a los padres de sus compañeros, que somos ‘mala onda’. En realidad, queremos ser papás buena onda, aparecer como evolucionados y esto nos hace ser tremenda mente ambiguos en nuestra forma de educar; nos cuesta decir que no. Nos vamos en cuarenta explicaciones, somos los reyes de los ‘depende’, con lo que metemos a los niños en una red de inseguridades que les impide conocer qué es correcto y qué no y todo parece permitido.”
Es desacertado además, cuando los padres asumen una actitud que los lleva a comportarse como los muchachos, tratando de estar a su nivel en cuanto a la moda, el léxico y el trato de “tú a tú” con los amigos de los hijos.
Vale aclarar que el hecho de compartir actividades con los hijos (ir a un partido de fútbol, llevarlos a sus primeras fiestas, jugar una partida de vídeo juegos, enseñarles a bailar) son espacios primordiales propios de una relación de confianza, mas no de amistad.
En síntesis, la autoridad es, y seguirá siendo asunto de los padres, nadie más puede ejercerla, sólo ellos tienen la potestad. Y en especial el padre, quien es el sustento de la autoridad en la familia.
4. Ser padre ejemplo
El papá es el primer referente masculino que tienen los hijos, y su función varía en relación al hijo y a la hija.
Para las hijas, según explica la Dra. Meg Meeker, autora del libro “Padres fuertes, hijas felices”, el padre es el hombre más importante de sus vidas, sus interacciones las preparan para relacionarse con los demás hombres: “Las hijas vigilan al padre como halcones. No sólo miran cómo las trata a ellas, sino también cómo trata a la madre. Si ven que el padre le abre la puerta a la madre, la ayuda a limpiar la cocina y tiene paciencia, llevarán todo eso a su propio matrimonio y, les guste o no, de manera conciente o inconciente, lo reproducirán. Las hijas aprenden cómo deben ser tratadas al mirar cómo el padre trata a la madre.”
En cuanto a los hijos, la función no es menos loable. La figura del padre es determinante en la transmisión del concepto de masculinidad a los hijos. Es él quien emite el modelo principal de imitación y según se le observe, el hijo adoptará las conductas, de ahí su trascendencia, pues será el punto de referencia. El hijo debe aprender del padre, el papel que ejerce el varón dentro de la familia, así como las actividades afines a su sexo.
De ahí que el buen o mal ejemplo de los padres sea tan determinante. Su gran influencia en la transmisión de normas y valores, lo convierten en una de las claves de la formación de los hijos.
5. Ser un gran marido, así serás un gran padre
No hay cosa que enamore más a una mujer que sentir el apoyo de su marido en todo lo que al hogar se refiere (actividades de los hijos, labores del hogar, diligencias, etc.) esto le genera bienestar emocional. Trabajar en equipo y equilibrar las “cargas” son demostraciones de amor muy valiosas para la mujer, las cuales te harán ¡un gran padre también!
Por LaFamilia.info
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