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Cómo aprenden los niños a ser pacientes y dominar los impulsos.

El tiempo de los niños es diferente al de los adultos, pues la noción del tiempo es algo que se aprende, y por consiguiente, es algo que los padres deben enseñar. En este aprendizaje están implicados la paciencia y los impulsos. En LaFamilia.info les damos unas claves educativas para aplicar en casa.

La paciencia es un valor fundamental que se debe formar desde las primeras edades. Un niño que no aprende la paciencia, es probable que en su adultez muestre rasgos de intolerancia a la frustración, ansiedad, irritabilidad y dificultad de adaptación.

Lo cierto es que la capacidad de espera aumenta a medida que el niño crece: a los 4 años no se tiene la misma capacidad que a los 10. Por ejemplo, los niños en edad preescolar no han desarrollado aún el concepto de ubicación temporal y no comprenden el tiempo en los términos que los adultos ya dominamos: una hora, 10 minutos, tres meses, un año, etc. Por eso, en este caso se debe asociar el tiempo a alguna señal o temporada (navidad, vacaciones, invierno) o cuando se de el caso, decirle simplemente que debe esperar un poco para realizar cierta actividad.

Será entonces de manera gradual, que los padres enseñen a sus hijos a desarrollar este valor. Claro está que algunas necesidades fisiológicas no pueden esperar sobretodo en niños pequeños, como por ejemplo ir al baño o la alimentación, en estos dos aspectos específicos no se debe aplicar tiempo de espera.

Las siguientes son cinco claves para enseñar la paciencia a los niños:   

1. Los adultos educan con su ejemplo

Como lo repetimos en diversos artículos de LaFamilia.info, el ejemplo es un educador por excelencia. Los hijos observan cada palabra y cada acto de sus padres, y es así como aprenden numerosas lecciones. La paciencia no es la excepción. Si a los hijos se les pide paciencia, lo mínimo que se puede hacer es demostrarles que una actitud paciente es siempre ganadora.

2. Para enseñar la paciencia es necesaria la autoridad asertiva

Alejandro De Barbieri, el autor del libro Educar sin culpa explica que el niño precisa la autoridad sana del padre o maestro que “frustra” sus impulsos: “Si cada vez que mi hijo quiere algo yo se lo doy, entonces le estoy diciendo “pide y se te dará, mi amor” para que me quieras. Eso es falso, porque lo estoy dejando inmaduro. Cuando mañana la vida lo frustre, en un examen en el deporte o en una pareja, su psiquismo estará frágil y no soportará las limitaciones que la vida le presente.”

Por eso, los padres deben vivir en carne propia la paciencia y afrontar con calma las rabietas de los niños. Así los pequeños entenderán que con sus berrinches, no conseguirán lo que quieren. La frustración les hará más resistentes y más pacientes. Además aprenderán a expresar su descontento por otras vías diferentes al llanto.

3.Enseñarles a esperar

A partir de los 4 años aproximadamente, los niños ya tienen cierta capacidad de espera y es ahí cuando los padres deben ejercitarla al no satisfacer de inmediato sus deseos, al enseñarles a esperar su turno para algún juego sin desesperarse o al esperar unos segundos a que la comida se enfríe un poco. En la cotidianidad hay muchas oportunidades para aplicar esta lección de vida. 

4. Dejarles que se esfuercen

Incluso desde los primeros meses de vida se les debe dejar que se esfuercen, en el gateo por ejemplo, permitirles que se desplacen hasta llegar a su juguete, y así a medida que crecen, siempre habrán metas y logros que ellos deben alcanzar por sí mismos. La paciencia, la persistencia y el esfuerzo son valores que van de la mano.

5. Mostrarles ejemplos

Una de las formas para enseñar la paciencia a los niños es por medio de ejemplos, y qué mejor que la naturaleza para ello, algunos animales nos dan lecciones de paciencia y persistencia para conseguir lo que quieren: las abejas para construir el panal, los pájaros para hacer sus nidos o las hormigas para llevar su alimento a un lugar seguro. Asimismo, las plantas son un hermoso modelo, se pueden sembrar en casa y ver todo su proceso de crecimiento.

La paciencia es un valor que nuestros hijos agradecerán por siempre, les llevará al camino del éxito porque sabrán esperar los frutos de su esfuerzo y conocerán de primera mano que no todo llega por sentado, que la vida es retadora y que nuestra persistencia, rectitud y voluntad serán determinantes para afrontarla.