10 de octubre de 2024
Es común que en la celebración de las Misas, en especial de las dominicales, las familias asistan con sus hijos pequeños, lo que a veces puede llevar a interrupciones por el juego o llanto de alguno. En este contexto, dos sacerdotes mexicanos ofrecieron sus consejos para mejorar la experiencia tanto para los padres como para los demás fieles.
El P. Vicente Eliamar Vega, sacerdote de la Diócesis de Saltillo, en el estado mexicano de Coahuila, destacó que es fundamental habituar a los niños a cumplir con el mandamiento de asistir a Misa los domingos y días de precepto “por la gloria de Dios y la salvación de sus almas”. En este sentido, el P. Vega exhortó a las familias a mantener esta práctica y llevar a sus hijos a la iglesia, ya que, “es la manera en la que vamos a prolongar la herencia de la fe”.
Por su parte, el P. José Juan Montalvo —conocido en redes sociales como Padre Borre—, fundador de la pastoral digital de la Arquidiócesis de Monterrey, en el estado de Nuevo León, hizo un llamado a la paciencia e invitó a recordar que el ruido y el comportamiento de los niños son naturales para su edad, y que “así suena la esperanza y el futuro de nuestra Iglesia”.
Consejos para padres de familia
El Padre Borre indicó que el principal consejo que le podría dar a un padre de familia es buscar una iglesia donde haya celebraciones especiales para niños.
Sin embargo, el sacerdote explicó que, a pesar de poder hallar este tipo de Misas, es indispensable que los padres acompañen a sus hijos y no solamente dejar que “vivan la Misa como niños, sino poco a poco irlos educando”.
Sugirió enseñarles algo nuevo en cada ocasión en la que asisten a la iglesia, como explicar el momento de la consagración, las lecturas, cuándo es momento de orar o de ponerse de pie. De esta manera, los padres pueden “ser catequistas” de sus hijos “durante la Misa”.
Además, invitó a los padres de familia a buscar recursos “sobre dinámicas o tareas”. Recomendó utilizar una “checklist”, una lista de tareas, con elementos de la celebración para mantenerlos atentos. Por ejemplo, pueden reconocer elementos sencillos como un cáliz o recordar de qué apóstol era el Evangelio del día.
El Padre Borre indicó que en internet pueden ser encontradas este tipo de listas o actividades, para que “poco a poco” se enseñe a los niños “cómo vivir la Misa, pero con mucha paciencia, con mucha pedagogía”.
Consejo para los sacerdotes
El P. Vega, por su parte, destacó la importancia de “forjar el corazón en el amor a la Misa dominical”, señalando que en este sentido los sacerdotes juegan un rol fundamental.
Sugirió que, con caridad, el propio sacerdote o alguno de sus colaboradores podría “llamar la atención directamente al niño”. “Esto tiene un efecto más intenso que si lo hiciera el papá o la mamá”, explicó.
Aunque esta medida podría provocar algunas reacciones, el P. Vega alertó que “no es algo que debiera provocar escándalo”, ya que “la educación cristiana es firme en el principio, suave en el modo”, lo que permite mantener la firmeza sin ofender a nadie.
¿Cuenta la Misa si estoy cuidando a mi niño inquieto?
El Código de Derecho Canónico establece que los fieles están “obligados a participar en la Eucaristía los días de precepto”. No obstante, señala que están “excusados” de asistir las personas que tengan “una razón seria (por ejemplo, enfermedad o el cuidado de niños pequeños) o dispensados por su pastor propio”.
Aquellos que “deliberadamente faltan a esta obligación cometen un pecado grave”.
El Papa Francisco también ha abordado este tema. Durante una homilía en el Vaticano en 2020, mientras bautizaba a 32 bebés, dijo a los padres que “no se asusten, dejen llorar a los niños. Esto sí, si tu niño llora o se queja, quizá es porque tiene demasiado calor, quítale algo, o porque tiene hambre, amamántalo aquí, siempre en paz”.
Por su parte, el P. Vega indicó que “la Misa cuenta de la misma forma si estoy entrando y saliendo para calmar a mi hijo inquieto”. Sin embargo, recomendó que “el niño aprenda a estar en Misa”.
Mencionó que, en caso de que el padre o la madre deban salir del templo, por ejemplo, al atrio, deben permanecer de “corazón unido al culto divino que se está ofreciendo en el altar”. Lo que no se debe hacer en este caso, dijo, es usar ese tiempo para distracciones como el celular, sino “seguir unido, pero de aquel lado de la pared”, cumpliendo así el precepto dominical o de la fiesta de guardar y así ser ejemplo para el niño.
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