«Matrimonio para inconformistas» es un libro que destaca una idea fundamental: el matrimonio es para disfrutarlo.
A lo largo de los años, cada etapa presenta sus desafíos, y la pareja siempre necesitará amor, trabajo, perdón, sinceridad y fidelidad. Sin embargo, sus autores animan a trabajar para que sea disfrutable y no un mero ejercicio de estoicismo.
«Hay que empezar a decir alto y claro que el matrimonio es para disfrutarlo, sin esconder que es el tipo de relación más complicada, que requiere una capacidad de empatizar que no todos tienen. Esto no quiere decir que sea algo solo para selectos, inalcanzable. Muchas veces se recalca tanto la parte de entrega y de sacrificio que parece que el matrimonio es lo único que cuesta en esta vida, y que otros aspectos como el trabajo, el estudio, el deporte, el control del peso, mantener una amistad y mil otros asuntos no requieren ese sacrificio. No es así: todo lo que vale cuesta».
Los autores son Trini Puente y Alberto Baselga, un matrimonio con un Máster en Matrimonio y Familia por la Universidad de Navarra, profesores en la UIC y padres de cuatro hijos. En su primera parte, el libro presenta seis consejos o cualidades fundamentales para emprender el camino del matrimonio, que recogemos a continuación:
1. Cada uno tiene que conocerse y amarse a sí mismo
¿Por qué es tan importante amarse a uno mismo? «La razón es que al casarse ya no somos dos, sino una sola carne, por tanto, si uno no se ama a sí mismo ¿cómo amará a esa nueva carne? Imposible. Podrá seguir admirando a su cónyuge, pero no su matrimonio, esa nueva carne ya que no ama a la mitad de esa unión. Cuando uno se conoce y se ama resulta más fácil aceptar al otro, también con sus virtudes y debilidades«.
2. Hay que tener capacidad de enamorarse
En el matrimonio se necesitan capacidades de inteligencia emocional como: motivarse, perseverar, controlar los impulsos, esperar para alcanzar gratificaciones, evitar que la angustia bloquee la razón, confiar… «Empatizar es la capacidad de ponerse en el lugar del otro y ser aceptado», explican. En el matrimonio la empatía incluye hablar, expresar los sentimientos, escuchar con atención e interés y usar la mirada para expresar amor, acogida, apoyo…
3. Ha de haber deseo y la compatibilidad sexual
La compatibilidad sexual es, para los autores, básicamente la capacidad de sentirse mutuamente atraídos también en lo sexual. La sexualidad forma parte del matrimonio. Hay que tomarse en serio el noviazgo y elegir bien a la persona con la que se quiere hacer una vida común. «Hay que saber si esa persona nos atrae sexualmente o simplemente nos gusta su compañía. Nos atrae o no nos atrae». «No puedes obligarte por la voluntad a amar [sexualmente] a una persona. La podrás querer como amigo en el mejor de los casos, pero obligarte a que sea carne de tu carne va en contra de la esencia del matrimonio».
4. Requiere capacidad de perdonar
«Señal del amor hacia el otro es perdonar. Quizás sea la cualidad que más cuesta vivir. ¿Puedes olvidar y pasar página? Saber perdonar y saber disculpar es un ejercicio que hace crecer el amor. Hay que acompañar al otro en ese proceso y no meterle prisa para que nos perdone. Es verdad que el ofendido debe percibir el esfuerzo del otro en pedirle perdón. Es una situación complicada y a veces humillante», admiten los autores.
«Ir dejando cuentas pendientes sin perdonar y seguir adelante enfría el amor. Puede que sean muy buenos compañeros de piso pero ya no son amantes. Es una pena ir acumulando ofensas en la mochila de cada uno. Cuando alguien perdona, se siente libre y disfruta de su matrimonio y de la vida. Cuando es de doble dirección, madura y fortalece el amor, llevándolo al amor verdadero».
5. Hay que dar y también saber recibir
Lo de «dar sin esperar nada» no es parte de la lógica del matrimonio, avisan los autores. «Dar siempre impide al otro dar también. El matrimonio no es una competición de a ver quién es el que más se olvida de uno mismo. Consiste en hacerse felices mutuamente. Si uno está únicamente pendiente de hacer feliz al otro, no se dará cuenta de tantos detalles que el otro tiene y que no se disfrutan. El otro nunca sabrá si de verdad nos apetece una cosa o no. Lo que es peor, nos estará dando cosas que no nos gustan, creyendo que nos hace feliz».
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«Negarse a recibir puede ser muy egoísta y hacer infeliz al otro. Cansa mucho una persona que nunca se siente feliz al recibir, por su deseo de negarse a disfrutar de las cosas. Disfrutar de las cosas es la posición más inteligente para ser feliz en el matrimonio», insisten.
6. Hay que saber ser feliz: el matrimonio no es para cenizos
«Hay personas que nunca son felices, siempre les falta algo para serlo. El que nunca está contento no puede tener vocación al matrimonio. En nuestra opinión, más bien sirve para vivir en el desierto sin molestar a nadie. El matrimonio es para gente optimista y no para cenizos. Las cosas buenas pasan, es verdad, pero hay que disfrutar a tope aunque sepamos que se acaban. Si nuestro amante nos ve disfrutar de ese momento a tope le estamos haciendo feliz y disfruta con nosotros».
«Hay que ser unos disfrutones de la vida, de lo bueno que tiene. Desear ser feliz no es voluntarismo ni inmadurez de carácter, es saber que hemos sido creados para ser felices. Saber disfrutar de una puesta de sol, del sonido de un río, de las olas del mar, de un abrazo, de un beso… no implica negar las dificultades de la vida. Saber ser feliz es una cualidad imprescindible en la vida matrimonial. Nadie puede ser feliz si cree que es imposible», advierten los autores.
Fuente: ReL