¿Qué efectos psicológicos puede tener el aislamiento y/o cuarentena en los niños? Esta es una de las preguntas que están rondando en la cabeza de muchos padres en este momento, y aunque Catherine L’Ecuyer nos daba un parte de tranquilidad afirmando que «si los padres están bien, los niños también», también está claro que el Coronavirus nos ha cambiado la vida a todos de un día para otro, y es normal que en este tiempo los niños pueden llegar a sentir miedo, angustia, tristeza, soledad…
Así que nos dimos a la tarea de investigar sobre el tema y encontramos la siguiente información publicada por una institución de asistencia médica que puede ser de mucha ayuda para las familias.
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Los expertos señalan que en algunos niños se pueden prestar alteraciones de 3 tipos:
– Alteraciones a nivel corporal: sueño, pesadillas, miedos nocturnos, comer más o menos de lo habitual.
– Alteraciones en el comportamiento: irritabilidad, rebeldía.
– Alteraciones en su estado de ánimo: miedo, tristeza, ansiedad.
¿Cómo podemos ayudarlos?
Los expertos recomiendan entonces:
Hablar con ellos
– Explicarles de forma clara y sencilla lo que está sucediendo, adaptarnos a su edad y a su madurez, transmitiendo calma y seguridad.
– Ser sinceros de que se trata de un virus peligroso, pero que la mayoría de las personas se recuperan, enfatizando en la importancia de tener los hábitos de higiene correspondientes para cuidar de no enfermarnos y evitar posibles contagios.
– Contarles sobre los síntomas frecuentes: fiebre, tos y falta de aire.
Escucharlos
– Preguntarles qué saben del coronavirus para aclarar posible información errónea. Si hay algo que desconocemos la respuesta, podemos incluso buscarla juntos en sitios confiables, OMS.
Preguntarles cómo se sienten al respecto, validar lo que están sintiendo y recordarles que cuentan con nosotros ante cualquier duda o inseguridad. No generar un tabú en referencia al tema, los niños son sumamente sensibles a lo que no se dice en su entorno y esto incrementa en mayor medida sentimientos de miedo y ansiedad.
Protegerlos
– Evitar el bombardeo excesivo de información, cuidar las conversaciones adultas frente a ellos, ¡no alimentemos más su miedo! Necesitan adultos que los guíen y transmitan seguridad.
– Contarles que tenemos que confiar en las recomendaciones de las personas que cuentan con el conocimiento y herramientas necesarias para protegernos del virus.
– Propiciar espacios de comunicación con los familiares y amigos que no están viendo, ya que también pueden sentirse preocupados por su bienestar.
Proponer actividades
Es importante tener presente que los niños no sólo sufren del corte abrupto de sus rutinas, sino también, en muchos casos donde no hay un patio en casa o grandes espacios, pierden el contacto con la naturaleza y la libertad de movimiento corporal. En este momento, al igual que los adultos, se ven restringidas áreas fundamentales para su desarrollo y bienestar físico y emocional. Por esta razón es que los agentes de Salud insistimos en la importancia fundamental de proponer rutinas adaptadas a la situación actual, así como actividades que involucren a la familia en conjunto y a cada uno de forma individual.
Para quienes pueden quedarse en casa con su familia, sostener y contener el aislamiento no es sencillo. Tener presente que pueden surgir momentos donde el propio malestar facilite los roces y las dificultades vinculares. Para ésto, de ser posible, es útil que los adultos puedan coordinar entre ellos al menos media hora para tomar un baño tranquilos, leer un libro, o simplemente descansar. De no contar con otro adulto que facilite la tarea de sostener a los más pequeños, teniendo en cuenta la situación particular, las pantallas pueden darnos un tiempo de respiro para volver a cargar energías y estar disponibles de una mejor manera.
Estos son algunas actividades: ¡a ponernos creativos!
Rutina: Crear una rutina adaptada al momento actual. Proponer horas para levantarnos, (no olvidar sacarnos el pijama y vestirnos), baño, hacer tareas de la escuela, hablar con amigos por teléfono, comidas, juegos en familia, sueño.
Compartir las tareas de la casa en general. Cocinar, preparar la mesa para la comida, doblar ropa, ordenar, barrer. Proponer un momento para la limpieza, pudiendo pensar juntos que ésto también es una forma de cuidarnos entre todos y que necesitamos de su colaboración para lograrlo.
Jugar y jugar. Según las edades esto puede cambiar. Con lo más pequeños, es una oportunidad para observar su creatividad, sin muchas propuestas preestablecidas dejarnos llevar por su imaginación e ingenio. Con los más grandes, proponer juegos clásicos y conocidos, de mesa, cartas, etc. pero también acercarnos a lo que ellos hacen habitualmente, con seguridad más de uno disfrute de las pantallas. En este sentido CUIDAR de todos modos el tiempo de exposición a estos juegos.
¡A mover el cuerpo! Aunque el espacio sea pequeño, aunque no haya patio, busquemos la forma de movernos. Bailar con canciones conocidas o inventadas, correr, saltar, o expresión corporal libre, movernos “como si” …. como si fuera un perro, un elefante … ¡o una hoja!